Llámalo como quieras. Pero se acabó el experimento. Esta puta democracia de los cojones no ha traído más que sangre y miseria.
La frase aparece en boca de Milans del Bosch en la miniserie 23F, el día más difícil del Rey. Y no he podido evitar relacionar el par democracia-dictadura con el par crianza respetuosa-crianza autoritaria.
Ya sabéis que la crianza, la educación y la paternidad son temas que me interesan, me apasionan y procuro formarme todo lo posible, ya que venimos de un mundo con serias lagunas en esos campos.
No he podido evitar relacionar esos pares, decía. Y pienso en la comodidad que puede suponer volver al aquí mando yo, que soy tu padre frente a explicar, razonar, escuchar y -también- reconocer errores.
Suelo dedicar los domingos a escribir sobre viajes y turismo. Hoy os voy a traer hasta nuestra bonita villa de Moaña y a la simpar ría de Vigo, pero no para disfrutar de sus bondades, sino para recordar una tragedia que tuvo lugar tal día como hoy, 10 de noviembre, en 1956.
Aquella mañana de niebla, víspera de la fiesta local de San Martiño, comenzó a correrse la voz por el pueblo de que un barco no había vuelto a tierra. Pronto se confirmaron los peores temores. El Ave del Mar había naufragado.
Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada, las estrellas altas iban, y la luna rebajada. Mal barruntan las ovejas, no paran en la majada; vide venir siete lobos por una oscura cañada, venían echando a suertes a ver a quién le tocaba. Le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda que tenía los colmillos como puntas de navaja. - ¿Dónde vas loba maldita? ¿Dónde vas loba malvada? - Voy por la mejor borrega que tengas en la majada. Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada y a la otra vuelta que dio, sacó una cordera blanca. - Aquí mis siete cachorros; arriba, perra guardiana, que si me matáis la loba, la cena tenéis doblada, y si no me la matáis, cenaréis de mi cayada. Los perros tras de la loba, las uñas se esmigajaban; siete leguas la corrieron por vegas y por montañas. Al subir un alto cerro, por una sierra muy agria le dan unos pechugones que en vilo la levantaban. Al saltar un arroyuelo, la loba ya va cansada. - Tomad, perros, la borrega; buena y sana como estaba. - No queremos la borrega de tu boca alobadada, que queremos tu pelleja pa el pastor una zamarra. De tu cabeza un zurrón para guardar las cucharas; de tus orejas pendientes y de tus patas polainas; las tripas para vihuelas para que bailen las damas.
Tomo este romance de la imprescindible Fundación Joaquín Díaz, asentada en Urueña.
Dentro de las muchas iniciativas que están surgiendo a raíz del desastre de las inundaciones en el Levante y Sureste españoles, quiero hoy destacar esta página, en donde podemos solicitar y ofrecer ayuda.
Además de la enorme labor que puede hacer, quiero destacar su limpieza y sencillez de uso.
Viajamos hoy hasta la iglesia de Santa Eulalia, en Paredes de Nava, en Palencia, para asombrarnos ante esta obra de Pedro Berruguete (de Palencia, y padre del escultor Alonso Berruguete).
Una colección de tablas nos muestra a los Reyes de Israel (tablas pintadas en 1485; otra serie de tablas representa a los Cuatro Evangelistas). La tabla que nos ocupa hoy, del rey David, pertenece lógicamente a la de los Reyes.
Me asombra la cantidad y viveza de sus colores, la joya que el rey ostenta en su frente, la serena expresión de su mirada, la riqueza de sus tejidos, el absoluto lujo del fondo.
Si pasáis por Paredes de Nava, es obligatorio parar en esta iglesia.
Como siempre, las situaciones límite son las que sacan lo mejor de nosotros. Junto con enviar dinero, alimentos o ir en persona, cada uno podemos siempre aportar algo. Aplaudo mucho esta iniciativa de la Universitat de València, que ofrece gratuitamente la posibilidad de recuperar las fotos dañadas.
Me gusta especialmente por dos motivos: por recuperar algo de gran valor sentimental y porque es una muestra de que, en aquello en lo que somos excelentes, podemos ayudar mejor.
“Generación de cristal”, solemos decir, burlones e insolentes, hacia los adolescentes, desde nuestro absurdo adultocentrismo. Criticamos que se quejen de todo, sin darnos cuenta de que la mayor responsabilidad de esas quejas está en nuestras manos. Criticamos que dediquen mucho tiempo a la tecnología, cuando nosotros no tenemos ni un minuto para dedicarles a ellos (sí a la tecnología, por cierto). Criticamos que nos falten al respeto, cuando en muchas ocasiones nuestra propia vida es una falta de respeto, a ellos y a nosotros.
Desde luego que no son perfectos -¿quién lo es, quién quiere serlo?, desde luego que tenemos mucho que enseñarles -por favor, más con nuestro ejemplo que con nuestras palabras-, desde luego que tienen mucho que mejorar. Ahí estaremos nosotros para ayudar, no para hundir ni insultar.
Pero no escribo hoy para criticarnos a nosotros, sino para alabarlos a ellos. A esa generación maravillosa. De cristal, sí. De cristal transparente y puro tras el que se puede ver un corazón enorme y unas ganas de cambiar el mundo y mejorarlo. Me ha emocionado verlos, aportando su esfuerzo con alegría, ayudando en las terribles inundaciones que asuelan el Levante español.
Muchas gracias, queridos adolescentes.
Para Dani, para sus amigos y para sus compañeros. Para toda esa maravillosa generación. Gracias.
Fotografía de El Español – https://www.elespanol.com/espana/20241103/brindado-ayuda-voluntarios-desplazados-zonas-afectadas-dana-provincia-valencia/898190180_3.html
Estamos en mitad del Atlántico, en el extremo occidental de las Azores, en su isla más pequeña: Corvo. 6.5 kilómetros de largo y 4 kilómetros de ancho.
Su capital, Vila do Corvo, es la ciudad más pequeña del archipiélago. De casas pequeñas y calles estrechas, es la única población de la isla, deshabitada hasta mediados del siglo XVI.
Sus acantilados son realmente sobrecogedores, con 700 metros de vertical sobre el nivel del mar.
Volvíamos tarde. Una luna mesteña, soleada, preñaba las higueras. Andábamos nocturnos, seres fatuos, pespunteados, imperfectos. Simples almas deshuesadas. Alegres como jóvenes caballos rebrincábamos palabras; derrochando, excéntricos. Y un timón de nada lánguida, difuminaba nuestras sombras fundiéndolas con el alba Nuestra luminaria, chispa escasa.
Esta mañana tuve la suerte de que mi adorada hermana dirigiera mis ojos y mi mente hacía estos versos, derrochantes de belleza.