Si quieres esto -que no deberías-, Álvaro Bilbao, al que os recomiendo encarecidamente seguir y leer, nos da estas pautas:
- Niega sus emociones: “no ha sido para tanto”, “eres un llorón”.
- Ridiculízalo (si puede ser, en público): “me haces pasar vergüenza”, “no sirves para nada”, “dices que te lo sabes y luego suspendes”.
- Dile frases que los excluyan: “no me hables, estoy enfadado” (o, lo que es peor, aplicar ese terrible maltrato del silencio).
- Provócale miedo: “te voy a pegar”, “te vas a quedar solo”.
- Hazte la víctima: “me estás provocando”, “me obligas a pegarte”.
Los niños son lo más sagrado de nuestras vidas. La infancia es la época en la que se forma nuestra personalidad. Por favor, tratemos como sagrada esta cuestión.