Hay una situación en las que quienes somos padres -ya no hablo solamente de tener hijos- tenemos una ventaja abismal sobre quienes no, y es que nosotros hemos estado en la situación de no tener hijos.
Eso nos otorga, sin quererlo, ambos puntos de vista. Y aquí es donde descubrimos que esa frase que dice que lo mejor es enemigo de lo bueno alcanza todo su significado: hay mil situaciones en las que, cuando no se es padre, es fácil tenerlo claro. Hablo de los famosos -y mal entendidos- límites, por ejemplo. Esos ignorantes (iba a decir orgullosos, pero es que no es orgullo: es solamente ignorancia, en el mejor de los sentidos) “yo con mi hijo no haría…”, “yo si fuera padre no haría…”
Y es que la vida te acaba quitando ese orgullo ignorancia, demostrándote que a veces hay que renunciar a aquello que tenías tan claro (“lo bueno”) para lograr una situación mejor en tu hogar, en la salud mental y física de los tuyos, y el crecimiento sano de tus hijos (“lo mejor”).
La crianza solamente es difícil para los buenos padres.