Levantóse Gerineldo que al rey dejara dormido, fuese para la infanta donde estaba en el castillo. —Abráisme, dijo, señora, abráisme, cuerpo garrido. —¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo? —Gerineldo soy, señora, vuestro tan querido amigo. Tomárala por la mano, en un lecho la ha metido, y besando y abrazando Gerineldo se ha dormido. Recordado había el rey de un sueño despavorido; tres veces lo había llamado, ninguna le ha respondido. —Gerineldo, Gerineldo, mi camarero pulido, si me andas en traición, trátasme como a enemigo. O dormías con la infanta o me has vendido el castillo. Tomó la espada en la mano, en gran saña va encendido, fuérase para la cama donde a Gerineldo vido. Él quisiéralo matar, mas criole de chiquito. Sacara luego la espada, entre entrambos la ha metido, porque desque recordase viese cómo era sentido. Recordado había la infanta y la espada ha conocido. —Recordaos, Gerineldo, que ya érades sentido, que la espada de mi padre yo me la he bien conocido.
Conocí este precioso romance de Gerineldo gracias a Aulaga Folk; como es habitual, existen muchas variaciones, reflejo y regalo de la tradición oral. Esta versión que comparto es de profedelengua.es
- Romancero Viejo (en profedelengua.es) [pdf]