Dicebamus hesterna die, decíamos ayer, nos dicen que dijo Fray Luis de León tras pasar algo más de cuatro años (del 27 de marzo de 1572 al 7 de diciembre de 1576) encarcelado en Valladolid por la Inquisición por el delito de traducir el Cantar de los Cantares sin licencia. Realizó la traducción, sí, pero de forma privada; por desgracia para él, se hicieron copias y se produjo una difusión con la que el bueno de Fray Luis no contaba.
Aquí la envidia y mentira me tuvieron encerrado. ¡Dichoso el humilde estado del sabio que se retira de aqueste mundo malvado, y, con pobre mesa y casa, en el campo deleitoso, con solo Dios se compasa y a solas su vida pasa, ni envidiado, ni envidioso!
Cuando retomó su labor docente en la Universidad de Salamanca, nos cuentan que el primer día tras su paso por prisión comenzó así, con un decíamos ayer que tanto gusta a los buenos profesores.