Hace unos días revisité este documental en el que podemos ver resumidos unos cuantos males de la sociedad actual.
Como todos sabemos, hay universidades más prestigiosas que otras, sobre todo si hablamos de Estados Unidos. Y, desde luego, entrar en una universidad de la llamada Ivy League (Brown, Columbia, Cornell, Dartmouth, Harvard, Pensilvania, Princeton, Yale) puede garantizarte una vida sin demasiados problemas de índole económica. Con respecto al término prestigio, en el documental se hace una anotación sobre la acepción de engaño o truco (de ahí prestidigitador).
Según se cuenta en el documental, es fácil entrar en esas universidades por la puerta trasera, con una donación de 10 millones de dólares o más. La opción correcta es entrar por tu expediente y por pruebas de acceso. Pero hay -había- una tercera vía, la que gestionaba Rick Singer: hacer pasar a los candidatos por deportistas de élite e incluso hacer por ellos los exámenes de ingreso, por una cantidad de dinero muy inferior a la mencionada antes.
Y de todo ese escándalo, me sorprende un punto común a muchos padres: quieren hacer que su hijo entre… pero que piense que entra por sus propios méritos. Nos cuenta esto mucho sobre el mundo actual, como decía: alejando a nuestros hijos de los problemas reales no les estamos ayudando; no digo que no haya que estar disponibles -eso siempre- o que no debamos ayudarles -siempre, siempre.