Imitando a los de Versalles, que al rey Felipe V le gustaba recordar su patria chica. Siendo el palacio bellísimo, los jardines son de una inmensidad y buen gusto asombrosos. Según subimos en altura, los jardines se acaban convirtiendo en bosque.
Dentro de estos jardines hay un rincón que es lugar de encuentro y de juego: el Laberinto, que es, exactamente, eso: un laberinto en el que es fácil entrar pero no tan sencillo salir. Podría estar cerrado, puesto que los animales (grandes herbívoros) de la zona podrían perderse en él. Recomendamos -lo vamos a hacer más veces- preguntar antes.
Y el otro gran reclamo de los jardines: las asombrosas fuentes, con motivos mitológicos. Sin agua son maravillosas… con agua son de ensueño. Preguntad -otra pregunta más- cuándo corren las fuentes. Correr, que así le dicen los segovianos.
Y, por supuesto, no olvidéis preguntar también el horario de los jardines, puesto que no están permanentemente abiertos.