Estoy viendo estos días una serie documental que analiza y detalla la terrible tragedia del vuelo JK5022, entre Madrid y Las Palmas de Gran Canaria, del 20 de agosto de 2008.
Quiero en este post poner el acento en un tema en el que los viajeros podemos, aunque sea indirectamente, ayudar. Cuando en cualquier actividad turística o viajera se producen retrasos, normalmente surgen inquietudes y enfados entre los turistas. Evitar esa reacción -que, a la larga, acaba siendo una pérdida de dinero- puede hacer que quienes nos dan el servicio pongan más empeño en los tiempos que en la seguridad.
Por supuesto que estamos en nuestro derecho de pedir explicaciones. Pero siempre deberíamos ser conscientes de que al proveedor del servicio tampoco le conviene el retraso. Dentro de lo posible, colaboremos y seamos comprensivos.
Y las empresas, sobra decirlo, deben anteponer la seguridad a cuestiones como puntualidades e incluso satisfacción del cliente.