Hoy se celebra el Día del Trabajo, y también el día de San José Obrero, elogiando esa faceta de este personaje más secundario de lo que merecería.
Y quiero hacer un alegato a favor del trabajo diario frente a los empachos que nos damos a veces. Ya que este humilde blog dedica los lunes a temas relacionados con la educación, por ese camino lo orientaré.
Ya sé que es evidente, pero hay que decir que es mucho más fácil, más sano y más efectivo realizar el trabajo de un mes en treinta días que hacer el trabajo de un mes en una tarde.
- es más descansado hacerlo en treinta días, lógicamente, ya que repartimos el trabajo.
- tener días de margen hasta el momento de la entrega (o del examen) nos permite hacer frente a imprevistos.
- treinta días para asimilar los conceptos permiten madurarlos, entenderlos y aplicarlos.
Creo que el mejor consejo que se puede dar a un estudiante, o a cualquier trabajador es la constancia. Esto me ha llevado a recordar la anécdota que contaba un familiar muy cercano, sobre un antiguo compañero de trabajo: llegaba siempre tarde… y una vez llegaba se ponía a meter prisa a todo el mundo.