He pensado estos días que, para saber si algo o alguien es muy popular, no es necesario encuestar a una muestra más o menos grande de personas, sino con preguntar a una sola persona, podríamos saberlo. Eso sí, para cada cuestión, no todas las personas serían adecuadas.
Voy a indicar aquí tres ejemplos en los que yo sería esa persona a la que preguntar, y cuya respuesta nos indicaría la popularidad (o no) de lo que estamos analizando.
- Sé cómo es el baile ese de Rosalía: no digo que sepa bailarlo, por supuesto; menos aún digo que vaya a bailarlo, pero conozco el baile. Eso indica que es un baile tremendamente popular.
- He oído hablar de Tamara Falcó. No sé quién es, aunque por el apellido sospecho que es de antepasados de alta alcurnia. Tampoco sé quién es (o era) su pareja. Y sé que ha habido divorcio y/o infidelidad. Esto indica que es una persona y hecho muy popular.
- He oído hablar de Risto Mejide y Laura ¿Escámez? (no quiero confirmar el apellido, porque eso alteraría mi experimento): sé que su diferencia de edad es amplia y que se han separado. Esto indica que son unas personas y un hecho muy populares.
¿Os imagináis lo rápidas y baratas que serían las encuestas si pudiera preguntarse solamente a una persona?
Esta ocurrencia le debe mucho a Asimov, quien en su cuento Sufragio Universal nos describe una sociedad en la que, con una sola pregunta a una sola persona, se deciden todos los cargos políticos.