El enorme embalse de Gabriel y Galán, en Cáceres, provocó, como es lógico, una buena reestructuración en la zona. La localidad de Granadilla (llamada inicialmente Granada, hasta que reconquistamos Granada), fue expropiada, porque iba a ser inundada por el pantano.
Se expropió y fue abandonada por sus habitantes, lógicamente. Pero el embalse nunca llegó a cubrirla, así que nos ha quedado, como un testigo mudo de un tiempo que se paró a comienzos de los años 60 (del siglo XIX).