¡Ay del que destaca! Os invito hoy a conocer el síndrome de Procusto, gigantesco herrero y posadero que obligaba a sus huéspedes a medir lo mismo que la cama en la que descansaban, cortando o alargando, según conviniera.
Nos lo explica -y reflexiona muy bien sobre ello- mi querido Fabián Barrio.