Siempre me gusta recordar que cuando, de pequeño, mis ojos se dirigían con asombro al genio desbordante de Miguel Ángel o a la creatividad insaciable de Leonardo, mi madre siempre me hacía volver la mirada hacia Rafael.
Nos detenemos hoy en el retrato de este embajador y escritor mantuano, posiblemente una de las obras cumbre de Rafael Sanzio. No siempre ha estado clara la autoría, aunque ahora sí parece haber consenso entre los expertos en que es obra de Rafael.
Estos expertos nos destacan esa mirada serena y firme, que ayer miraba a Rafael y hoy nos mira a nosotros.