No me gusta (casi nada) la palabra, pero expresa bien esa capacidad de adaptarse y sobreponerse a las dificultades. Y, por otra parte, estos estudios hay que tomárselos siempre con cuidado. Dicho ello, vamos allá, viendo lo que nos cuenta la psicóloga Roni Cohen-Sandler, especializada en relaciones madre-hija, adolescencia y crianza, en CNBC:
De entrada, y por encima de todo, estos padres validan los sentimientos de sus hijos. Esto (conviene aclararlo) no quiere decir que les den la razón, sino que son capaces de respetar y entender los sentimientos. A partir de esa base:
- Normalizan las experiencias: es normal pasar por altibajos, es normal sentirse mal.
- Brindan comodidad física: ante una situación difícil, está el abrazo y el cariño.
- Enseñan que la calidad supera a la cantidad: mejor una amistad sana que muchas que no lo son.
- Se enfocan en lo positivo: son capaces de recordar a sus hijos, cuando estos lo están pasando mal, los buenos momentos y lo brillantes que son.
- Ofrecen esperanza: da igual lo mal que estemos, esto va a mejorar. Se hizo un interesante estudio que indicó que este punto de vista disminuye el cortisol.