Ni sabía que existía, ni había oído jamás tal palabra, hasta que la mejor guía de Segovia que podíamos imaginar, nuestra querida amiga Belén, me lo mencionó como idea de un plan que resultó ser, claro, ideal.
Este barrio segoviano debe su nombre a los canónigos que habían fijado su residencia en él hasta finales del siglo XVI. Aquí se encontraba la casa de la Imprenta y la de la Inquisición, aquí tuvieron (hace menos tiempo, claro) sus estudios Zuloaga y Fromkes (no dejéis de visitar el jardín que lleva su nombre, por favor).
El conjunto de arquitectura civil que compone las Canonjías nos permite hacer un viaje en el tiempo y disfrutar de ese románico que tanto y durante tanto tiempo gustó en Segovia, de esas casas y de sus jardines interiores. Y pediréis que se pare el tiempo.
Gracias, Belén. Dedico también este post a mi también muy querido primo Pablo, que ha disfrutado recientemente de esa preciosa ciudad.