Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente, es un soñado bien, un mal presente, es un breve descanso muy cansado. Es un descuido que nos da cuidado, un cobarde con nombre de valiente, un andar solitario entre la gente, un amar solamente ser amado. Es una libertad encarcelada, que dura hasta el postrero paroxismo; enfermedad que crece si es curada. Este es el Niño Amor, éste es su abismo. ¡Mirad cuál amistad tendrá con nada el que en todo es contrario de sí mismo!
De todas las canciones que ha recibido el Amor a lo largo de los siglos, creo que este soneto es, -no sé si lugar a dudas-, la mejor. Qué maravilla esos oxímoros (o quizá, o también, antítesis: estáis invitados a corregirme siempre).