Esta expresión latina, tan usada -de forma errónea en muchas ocasiones- significa, tomar una cosa en lugar de otra, confundirse (confundir a una persona con otra, por ejemplo).
Irónicamente, quienes cometen el error de malinterpretar la expresión quid pro quo están cometiendo un quid pro quo sin saberlo ni quererlo.
La expresión tiene su origen, literalmente, en confundir la palabra “quid” (caso nominativo) por “quo” (caso ablativo).