La anécdota que se cuenta nos dice que había terminado la cena en aquel restaurante. Y llegó la hora de pagar. Y nuestro Pablo vio la ocasión de ahorrarse la cena, proponiéndole al dueño del local hacer un dibujo y dar con ello pagada la cena. Una vez terminado, el restaurador le pidió al artista que lo firmara. La respuesta nos cuenta todo:
Quiero pagar la cena, no comprar el restaurante.