Estados Unidos está sufriendo como ningún país (en estos momentos, porque va a ser superado por unos cuantos países, desafortunadamente) el azote de la COVID-19. Y ha llegado prácticamente a los 100.000 fallecidos por esta enfermedad.
Simone Landon, editora asistente del departamento gráfico de The New York Times tenía claro que era necesaria una acción por parte del prestigioso diario que ayudara a sus lectores a hacerse una idea real del número. Algo con el suficiente impacto para trascender y que dentro de unos años los lectores futuros pudieran seguir impresionándose ante esta brutal cifra.
Se sopesaron varias opciones y se optó, con la ayuda de un equipo de periodistas, por buscar las esquelas de unos mil fallecidos y entresacar de ellas frases que realmente relataran cómo fue su vida, quién estaba tras ese número, quién estaba tras ese nombre.
Y el resultado es esta maravilla:
Las referencias a las personas son breves -no podía ser de otro modo-, pero precisas: “Azade Kilic, dos veces superviviente de un cáncer”, “Liudas Karolis Mikalonis, emigró a Nueva York desde un campo de refugiados alemán tras la II Guerra Mundial”, “Clara Louis Bennett, cantó una canción a sus nietos en su primer día de clase todos los años”.
Azade, Liudas, Clara: el valor de vuestra pérdida es incalculable.
Gracias, Mar Monsoriu, por llevarme a la explicación de esta sobrecogedora portada.