Nuestro querido Stephen Hawking siempre ha sostenido, con el humor que la caracterizaba, que no era posible viajar en el tiempo. Solía decir que, si eso fuera posible, estaríamos siendo invadidos por hordas de turistas procedentes del futuro.
Pero no contento con usar su humor para realizar esa información, decidió pasar a una demostración empírica: organizó una fiesta en su casa con todo lujo de detalles: globos, canapés y bebidas a disposición de quien quisiera. Eso sí, emitió el aviso… al día siguiente.
¿Qué demostró con eso? Que si se llegaba a poder viajar hacia atrás en el futuro, cualquiera podría estar al tanto del anuncio y, en consecuencia, viajar al día de la fiesta.
Pero no apareció nadie.