Don Sancho, rey de Castilla, se encontraba sitiando la ciudad de Zamora, que había correspondido en herencia a Doña Urraca, su hermana. De la ciudad de Zamora salió Vellido Dolfos [también citado como Bellido Dolfos o Vellido Adolfo], dispuesto a acabar con el monarca. Con la propia arma del rey, le dio muerte y huyó hacia la ciudad, entrando por una pequeña puerta o portillo.
¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no digas que no te aviso,
que de dentro de Zamora un alevoso ha salido;
llámase Vellido Dolfos, hijo de Dolfos Vellido,
cuatro traiciones ha hecho, y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue el padre, mayor traidor es el hijo.
Gritos dan en el real: —¡A don Sancho han mal herido!
Muerto le ha Vellido Dolfos, ¡gran traición ha cometido!
Desque le tuviera muerto, metiose por un postigo,
por las calles de Zamora va dando voces y gritos:
—Tiempo era, doña Urraca, de cumplir lo prometido.
Y aquí tenemos la versión en voz de Joaquín Díaz.
Esta puerta fue conocida como Portillo de la Traición hasta que, en diciembre de 2010 (casi 1000 años después de los acontecimientos), se decidió reanalizar los hechos y decir que qué carambas, que si el bueno de Vellido había salido para proteger tanto a Zamora como a la legitimidad, pues que muy traidor no sería. Y que ya está bien que la historia la cuente siempre Castilla. Desde aquel momento y por ese motivo, ese portillo toma el nombre de Portillo de la Lealtad, y el traidor pasó a ser un valiente y leal noble, defensor de su reina y de su ciudad.
De Rubén Ojeda, CC BY-SA 3.0 es, Enlace