Su nombre era Melchor Rodríguez García, y fue el último alcalde republicano de Madrid. Este anarquista detuvo las sacas de presos que se realizaban en Madrid, que terminaban con fusilamientos masivos en Paracuellos del Jarama. Se calcula que salvó la vida a más de 12.000 personas y veló por los derechos de los presos en las cárceles. Finalizada la guerra, no tuvo ningún beneficio especial y fue condenado a muerte. En ese juicio se produjo una situación curiosa (pero lógica). Habiendo preguntado el juez si alguien tenía algo que alegar, el general Muñoz Grandes (al que Melchor había salvado la vida) intervino en su favor, mostrando un listado de miles de personas que también debían la vida a el ángel rojo. Finalmente, esa pena de muerte fue anulada.
A su entierro, ya en el tardofranquismo (1972) acudieron, como no podía ser de otra manera, personas de ambos bandos: cruz sobre el féretro, bandera anarquista cubriéndolo, y sonando el himno de “A las barricadas”.
Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas.
(Melchor Rodríguez García, el ángel rojo)
Nuestra memoria histórica debería tener siempre presente a personas como Melchor.
De CarlosVdeHabsburgo – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=38865212