Cuando una tormenta alcanza cierta entidad se le asigna un nombre, ya que se hace necesario identificarla de algún modo (para advertir o informar a la población, para demandas de seguros, etc).
Estos nombres dependen de la zona en la que se forman las tormentas; os hablaré del caso del Atlántico Norte (no es la única zona que tiene una nomenclatura parecida): se han creado seis listas diferentes de nombres, en donde, por orden alfabético, hay nombres femeninos y masculinos alternándose. Se van asignado, a cada huracán del año, un nombre, siguiendo el orden marcado por la lista. Si algún año se completara la lista, se usarían los nombres de las letras en el alfabeto griego.
Le debo esta curiosidad a Marimar. Gracias! 😉