No es la primera vez hablo de uno ni de otro. No es, por supuesto, la primera vez que hablo de mi querida Segovia o de su entorno.
Pero quiero hablar de dos palacios que están a tiro de piedra de la ciudad: el archiconocido de La Granja, el palacio en las nubes que causaba la admiración de la nobleza europea, y el ni tan conocido ni tan utilizado de Riofrío.
El de La Granja se edificó para Felipe V, para que sus formas, sus jardines y sus fuentes le evocaran su Versalles natal. El otro, el de Riofrio, mandado construir para Isabel de Farnesio, la segunda esposa del mencionado Felipe V, a la muerte de este.
Estilo francés frente a estilo italiano, pues. El pasado frente al futuro. Lo antiguo frente a lo moderno.
El de Riofrío no llegó a usarlo la Farnesio, ya que tras una afortunada -para ellos- muerte, su hijo Carlos (Carlos III, el mejor alcalde de Madrid), llegó al trono y ella pasó a ser Reina Madre y a vivir con la corte.
En La Granja no os perdáis sus fuentes, bellas aun sin agua. Os recomiendo que preguntéis cuando corren, para poder disfrutar de un espectáculo único. Las fuentes tienen horarios muy concretos, los jardines suelen estar abiertos todo el día. El palacio es también visitable. A su lado, un Museo de Tapices; cerquita, Real Fábrica de Vidrio.
En Riofrío y su bosque podéis disfrutar del palacio y luego de un picnic en el mencionado bosque, en donde tenéis mesas para poder degustar de lo que llevéis para comer.