En las casas de la Castilla medieval -y en algunas de la presente- se utilizaba un sistema de calefacción consistente en un pequeño espacio subterráneo (llamado gloria) en donde se quemaba leña. El calor producido se extendía por todo el suelo de la casa mediante unos conductos.
Este sistema, tan similar al suelo radiante, es a su vez una copia del hipocausto romano. Consumía poco y calentaba toda la casa (sobre todo, toda la planta baja, claro).
Así que, en las frías noches del invierno castellano, pocos deseos mejores podría haber que “estar en la gloria”.