O una buena madre, por supuesto; pero como lo escribo yo, que no tengo la suerte de ser madre, por eso escribo en masculino.
Me he encontrado con este artículo de Business Insider que nos cuenta algo (con insulto incluido a los pequeños) que, con estas u otras palabras, estamos tremendamente acostumbrados a oír: “Los millennials querían ser padres mejores: ¿por qué sus hijos son pequeños monstruos?”
Siendo padre, es un tema que lógicamente me afecta; comparto con vosotros parte de mis reflexiones, a modo de puntos que darían cada uno para un buen rato:
- Por una parte -vayan primero los posibles errores, que es lo que queremos mejorar- es muy posible que por no querer hacer daño a nuestros pequeños, les hagamos daño. Obviamente, no hablo de dañar porque sí, sino de enseñarles que el esfuerzo y la frustración son parte inevitable de la vida.
- Venimos de una sociedad tan horrible (“un cachete a tiempo”, “a mí me pegaron y salí bien (!!!)”) que toda muestra de tener en cuenta a los niños a la hora de tomar decisiones se ve como un síntoma de debilidad o sometimiento.
- En la crianza respetuosa hay muchos, muchísimos noes. No podría ser de otra manera. Creo que aquí no hay mucho que hablar.
- La sobreprotección. Je. Otro tema más que recurrente. Tener en cuenta las opiniones de los pequeños, cambiar de opinión basándote en lo que te cuentan, dista mucho de sobreproteger. Por supuesto, como decíamos más arriba, no podemos evitar esfuerzos y frustraciones. Parte de la vida.
- Termino ya con un frase que descubrí hace no demasiado y que me encanta: “la crianza solamente es difícil para los buenos padres”.