El escultor gallego (de Sarria) -vallisoletano de adopción- Gregorio Fernández alcanzó la cima con sus cristos yacentes, convirtiéndose en el máximo exponente de la escuela castellana de escultura. Y eso no es decir poco.
El cristo que hoy nos ocupa, que puede contemplarse en la iglesia madrileña de los Padres Capuchinos, ha recorrido varias ubicaciones, en algunos casos escapando de guerras. El Pardo (lugar que le da nombre), la propia iglesia de los PP. Capuchinos o el Museo del Prado son algunos de los lugares que han tenido el privilegio de albergar esta escultura.
Fue creado para ser contemplado desde un lateral y, como toda obra de ese periodo, con una finalidad catequizante y provocadora de sentimiento.
Mis mejores deseos para esta Semana Santa.