Sucede en las mejores familias: estamos calentitos en el interior, y fuera hace frío. Vamos a salir y le decimos al peque que se ponga el abrigo. Y no quiere, porque hace calor. Y es una decisión sobrada de coherencia.
¿No es mucho más sencillo -nos recuerda el gran pediatra Carlos González- salir a la calle con el abrigo en la mano y ver cómo rápidamente decide ponérselo (siempre que haga frío y que no hayamos insistido mucho antes)?