Me gustaría hoy hacer una reflexión sobre las actividades que organizamos para los mayores de nuestra sociedad. Somos conscientes -lo hemos hablado ya en bastantes ocasiones- de que, por el ritmo de vida y el culto al dinero, no podemos dedicar el tiempo que deberíamos ni a ancianos ni a bebes, así que en muchas ocasiones los llevamos a lugares en los que pueden estar mientras nosotros trabajamos.
Mi propósito es hacer ver que esas actividades que organizamos para ellos vayan en consonancia con los gustos e intereses de esas personas. Son personas que, en muchos casos, pueden tener sus facultades mentales mermadas. Por ello, es más necesario que nunca respetarlos, respetar su dignidad.
Concreto, con ejemplos: si a mí me ha gustado durante mis años jóvenes el Deportivo de La Coruña, las panderetas o disfrazarme, es fantástico que ahora puedas llevarme a un partido del Deportivo, me traigas unas pandereteiras -y me animes a participar-, o que me ayudes a disfrazarme. Pero si no han sido esos mis gustos en mi vida, por favor, respétame, porque yo voy a hacer -y encantado- lo que me pidas. Y a mi yo de hace treinta años no le gustaría verme así.
Indaga en mis gustos y aficiones antes de organizar tus actividades, porque estoy seguro de que los beneficios serán aún mayores.
Termino diciendo que por supuesto que todos los que organizan estas actividades, incluyendo los que se dedican profesionalmente a ello, lo hacen con la mejor intención. Gracias por ello.