Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Estos versos de Jaime Gil de Biedma adornaban -quizá aún adornen- la estación de metro Ciudad Universitaria, en Madrid. No hay mejor lugar para llamar a la reflexión sobre la vida, en esta llamada de humildad -como todos los jóvenes- que nos cuenta el poeta.