Hace cien años, Vigo (y su comarca, y Galicia entera) se despertaba por primera vez teniendo al Celta, que acababa de nacer de la fusión del Vigo Sporting y del Fortuna, dos grandes de Vigo y de Galicia (durante casi veinte años el campeón de Galicia fue uno de esos dos equipos).
Pero más allá de celebraciones y de números, mis recuerdos van para quienes nos precedieron y nos inculcaron la pasión, el amor y la humildad -quizá demasiada humildad, lo que es algo muy gallego- surgidas de este club que ha llevado el nombre y los colores de Galicia por todo el mundo.
En mi familia no podemos pensar en el RC Celta, no podemos pensar en Balaídos, sin acordarnos de papá: de él fue de quien recibimos este regalo.
También, siempre asociado al Celta, un recuerdo para nuestro queridísimo tío Lolo, que sigue llevando su pasión allá por donde va. Y también para mi abuelo, a quien no conocí, y que ya animaba al Celta cuando aún no se había hecho el estadio de Balaídos.
¡Hala Celta!