Ya hemos hablado en este vuestro blog del maravilloso jardín del Monasterio de Piedra, pero hoy nos centraremos en el propio edificio. Piedra, con mayúscula, ya que hace referencia al río Piedra, que dibuja paisajes, espejos, caprichos y sueños.
Este monasterio cisterciense se fundó en el siglo XII, con trece monjes provenientes del monasterio de Poblet (así era la forma en la que se propagaban: una vez asentados social y económicamente en un lugar, un grupo de trece monjes se desplazaban hacia otro). Con Mendizábal hubieron de irse los monjes, pero por suerte fue comprado por Pablo Muntadas Campeny que, al darle un uso turístico, evitó su degradación (en gran parte; la iglesia, por ejemplo, la tenemos hoy en ruinas).
Ayer, monasterio y lugar de paz; sigue siendo lugar de paz y descanso hoy, puesto que es posible alojarse en él y disfrutar de sus estancias, su gastronomía y su ubicación.