Lord Byron, poeta romántico (y, para los aficionados a la informática, padre de Ada Byron), sufría una pequeña cojera. En una fiesta de la alta sociedad se encontró con la Duquesa de Devonshire, Georgiana Cavendish, persona muy activa en esos ambientes de lujos y de relaciones sociales de conveniencia. La Duquesa tenía algún problema relacionado con la vista: era bizca o tuerta, según quién nos lo cuente.
Bizca o tuerta, pero de lengua afilada. Y amiga de hacer broma o daño con la misma.
– ¿Cómo andáis, Lord Byron?
– Pues como veis: mal.