Aunque fue concebida inicialmente como un divertimento, la canción nos muestra de forma descarnada la sinrazón y el sufrimiento de las guerras, siempre tristes si no es amor la empresa.
Esta mañana, al salir a patrullar, hallamos muerto al soldado Adrián. Como manda el reglamento procedimos a buscar los objetos que llevara; sólo hallamos esta carta: querida Milagros, llevo seis días aquí, te echo de menos, no puedo vivir sin ti. He visto las explosiones brillando a mi alrededor. Tengo miedo, no lo oculto, sólo me queda tu amor. Por ahora la suerte me ha sonreído; necesito verte, aquí no hay amigos; no estaría de más que alguien me explicara qué tiene esto que ver contigo y conmigo. ¡Querida Milagros, queda tanto por vivir! Sería absurdo dejarse la piel aquí. Querida Milagros, aún no he podido dormir; un sueño frío me anuncia que llega el fin. Cuando leas esta carta háblales a las estrellas, desde que he llegado aquí sólo he hablado con ellas. He visto a los hombres llorar como niños; he visto a la muerte como un ave extraña, planear en silencio sobre los caminos, devorar a un sol que es tuyo y es mío. Querida Milagros, llevo seis días aquí; te echo de menos, no puedo vivir sin ti. Querida Milagros, llevo seis días aquí; muchos han muerto, casi todos morirán. Querida Milagros, me tengo que despedir. Siempre te quiere, tu soldado Adrián.
La canción, compuesta por Quimi Portet y cantada por el dúo El último de la fila (compuesto por el mencionado Quimi y por Manolo García) se incluyó en la lista de las 200 mejores canciones del pop-rock español, de la revista Rolling Stone.
Los sábados suelo hablar de literatura y libros en El Cartapacio, así que hoy he querido incluir esta obra que, sin tener un gran nivel literario, su mensaje trasciende generaciones y fronteras.