Las llamadas glosas son pequeños comentarios que se escribían sobre textos en latín (entre líneas o en los márgenes) para servir de ayuda a la hora de entender o explicar esos textos. Estaban escritos en una lengua que quizá aún no era castellano, pero desde luego ya no era latín. No es la primera vez que aparecen palabras en ese idioma, pero sí la primera vez que aparecen construcciones con estructura gramatical romance (en los Cartularios de Valpuesta, anteriores, encontramos palabras romances pero como parte de textos latinos y con estructura gramatical latina). El texto más largo es el que sigue:
Con o aiutorio de nuestro dueno Christo, dueno salbatore, qual dueno get ena honore et qual duenno tienet ela mandatione con o patre con o spiritu sancto en os sieculos de lo siecu los. Facanos Deus Omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen.
El códice en el que encontramos estas glosas, el llamado códice Æmilianensis 60, contiene más de mil glosas, escritas en tres idiomas: latín, castellano (también considerado navarro-riojano o precastellano) y euskera.
Glosas Emilianses, porque se encontraron en el Monasterio de San Millán de la Cogolla, lugar que os recomiendo encarecidamente visitar por su belleza, su historia, y su entorno. Se estima que se escribieron en el siglo X (o principios del siglo XI). Tenemos otras glosas de la misma época, las Silenses (Monasterio de Santo Domingo de Silos, también de visita más que recomendable), pero estas últimas son de carácter léxico (traducciones de palabras concretas), no de carácter gramatical (frases y expresiones completas).