La camarera Celeste Caeiro volvía a su casa cargada con unas flores para un banquete que no se pudo celebrar; cuando un soldado le pidió un cigarrillo, ella le dio un clavel, que el soldado colocó en el cañón de su fusil. Los demás soldados hicieron lo mismo, haciendo saber que aquellas armas no iban a usarse para disparar.
Feliz 25 de abril.