Quienes tuvimos la suerte de ser niños en la década de los setenta asociamos inmediatamente esta localidad a Félix Rodríguez de la Fuente, aquel influencer que nos hizo saber la importancia y la belleza de la naturaleza de la Península Ibérica.
Más allá de este motivo -que no es pequeño-, Poza de la Sal nos ofrece varios motivos que hacen su visita más que recomendable: un casco histórico que se paró en el tiempo hace siglos, un castillo desde el que se ve el infinito y unas salinas milenarias.
El casco antiguo está rodeado por una muralla y se accede a él por tres puertas. Las calles y la distribución de edificios nos cuentan cómo era aquello hace cientos de años.
El castillo es de finales del siglo IX (sí, hace más de mil años) y fue mandado construir por el conde castellano Porcelos.
Y obligatorias son también las salinas, que consiguen extraer la sal por el método de elaboración; sal a la que el nombre del pueblo homenajea. Se pueden ver demostraciones de cómo se extrae ese preciado bien. Muy recomendable.
En resumen, un destino que no os debéis perder si estáis por la zona, ya no digamos si sois admiradores de Félix.