De todos los bonitos rincones de la ciudad natal de Mozart, destaca especialmente su fortaleza, situada en lo alto de una escarpada colina.
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Hablamos de una construcción de casi mil años, puesto que comenzó a construirse en el siglo XI, bajo el mandato del arzobispo Gebhard von Helfenstein. Los arzobispos gozaron durante siglos de un gran poder político, y no es rara la referencia al concepto de príncipe-arzobispo.
Inicialmente era una construcción simple aprovechando la buena ubicación; a lo largo de los siglos, fue ampliándose hasta convertirse en lo que es hoy.
Si visitáis Salzburgo, debéis visitar esta fortaleza, disfrutar de un paseo entre sus centenarios muros y asombraros con la vista de los Alpes y del río Salzach (que comparte raíz con la propia ciudad de Salzburgo, unidos ambos por la sal que fue riqueza y negocio en aquellos lugares).