Hoy se cumplen años del fallecimiento de dos mujeres maravillosas. Hace más de veinticinco años se moría mi abuela paterna, Clotilde. En aquel entierro estuvo, acompañándome en el dolor, la abuela Uba, abuela de mi esposa Clara, una abuela que me regaló la vida (toda mi familia política es un regalo). Y veinte años después -iba a decir que nos dejó, pero es que nunca se ha ido- se murió la abuela Uba.
Y en estos tiempos de dejar ir, y de mercantilización de los cuidados (con la denostación que esto supone), estas dos mujeres son para mí un ejemplo de cómo debemos comportarnos (no solamente ellas, también nosotros), sosteniendo y cuidando.
Gracias, abuelas. Os quiero.