Por algún motivo más basado en sensaciones que en análisis, siempre me ha parecido La Rioja como la comunidad autónoma más relacionada con el Camino de Santiago.
Más aún que la Navarra de Roncesvalles, Eunate y Puente la Reina, más que la Castilla y León de Burgos y León y Ponferrada y Molinaseca y Sahagún y Hospital de Órbigo y Frómista. Más, incluso, que la propia Galicia que acoge, motiva y dota de sentido al Camino.
La Rioja de ese Santo Domingo que se ocupó de hacer más fácil el camino a los peregrinos, de la Nájera que alberga a reyes, del milagro -volvemos ahora a Santo Domingo ciudad- que se resolvió con esa gallina que cantó después de asado. Rioja acogedora y Rioja recorrida por el Camino de oriente a occidente.
Rioja, pues, peregrina y caminante y hospitalaria.