Tras haber derrotado al jefe vascón Fruela (o Froya), el rey visigodo Recesvinto -el que compiló un código de leyes común para quienes habitaban esta península- regresaba a la corte. Sabedor de los poderes curativos de las aguas de esta zona, acudió a ellas para intentar sanar su dolencia renal. Ante aquella curación casi tan milagrosa como instantánea, el buen rey decidió alzar esta iglesia en honor a San Juan Bautista.
Arte, pues, visigodo. Estamos en el año 661, es decir, hace casi milenio y medio. Y en ella podemos ver unas cuantas características de este arte del que tan poco se conserva: los arcos de herradura, las tres naves, los muros de piedra. Para ubicarnos en el tiempo, faltan solamente cincuenta años para que Tarik y Muza hagan suya la península ibérica, faltan siglos para el románico y estilos posteriores.
Si nos acercamos a Venta de Baños, cerca de Palencia, podremos asomarnos a aquella época tan lejana y podremos, gracias a quienes la construyeron y a quienes la conservaron, tocar los mismos muros que un día, un rey visigodo aquejado de dolores, pudo mirar y admirar.