El señor de castillo, entre sus muchos terrenos, poseía uno que apreciaba especialmente: la viña que daba las mejores uvas. Viña que tenía constantemente vigilada gracias a su guardia de confianza. Aquella noche, el guarda sorprendió a un pareja que llevaba una cesta cuyo contenido ocultaba. Al llamarles la atención y preguntarles que si en aquella cesta llevaban uvas, la pareja respondió que si aquello eran uvas, se convirtieran en piedra en ese mismo momento.
En Autol, un pueblo de La Rioja (España) existen unas formas rocosas a las que la imaginación popular ha identificado con dos figuras humanas y apodado como el Picuezo y la Picueza. La leyenda con la que he comenzado este post es una de las que intentan explicar esas formaciones tan singulares.