Viajamos hoy a tierras cervantinas (quijotescas, más concretamente), al norte de la provincia de Ciudad Real. Al encontrarse en una ruta importante (la que une Madrid con Andalucía) se convirtió en lugar de ventas y posadas.
No fue allí en donde Don Quijote fue armado caballero, según nos dicen los estudiosos, pero sí donde acaeció la primera de sus aventuras.
La Plaza de la Constitución nos regala un viaje en el tiempo, y bien poco cuesta imaginarse al caballero y al escudero por estas tierras. Pero no solo tenemos esto aquí: molinos de viento -el acertado era Sancho, porque son realmente gigantes- o incluso un área de especial protección para el lince ibérico, ese felino maravilloso que vamos a conseguir salvar de la extinción.