Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique

La elegía de las elegías, esta obra del siglo XV, una de las cumbres de la poesía y literatura españolas, recogen el pesar por la muerte y la admiración por la vida del maestre Don Rodrigo, padre de Jorge Manrique.

Quinientos años después, alguno de sus versos, verdaderos cofres de sabiduría, ha pasado a la cultura popular:

cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado,
fue mejor.

No me resisto a no copiar aquí la primera copla, de la que forman parte los versos anteriores. La fugacidad de la vida, la serenidad ante ello, recogidas en unas pocas líneas:

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

En la tercera copla se recoge también ese hecho inexcusable de la muerte, al que deben -al que debemos- enfrentarnos todos:

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

No pretendo, al menos en este post, al menos hoy, completar un comentario de texto sobre las Coplas, aunque bien lo merecen, y no descarto hacerlo en un futuro.

Pero por favor, volved a ellas, que siempre tienen mucho que enseñarnos. Forman un breve libro que debe estar siempre en nuestras bibliotecas, aunque solamente sea por las muchas veces que la vida se toca con la muerte.

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