Antes de comenzar el post, quiero destacar que cualquier enfermedad mental debe ser tratada y que el paciente merece todo el respeto. Sin estigmas.
El rey Luis I de España, hijo de Felipe V y titular del reinado más breve de nuestra historia, se desposó con la francesa Luisa Isabel de Orleans, a la que rápidamente en la corte -sobre todo la esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio-, tacharon de loca por sus costumbres y actuaciones.
Algunas de ellas son difícilmente explicables, pero bien podrían ser rebeldías entendibles en una adolescente que vivía fuera de su mundo y de su ambiente: pasear desnuda, subirse a los árboles, limpiar compulsivamente (en ocasiones, con su propia ropa), no querer tocar la comida y luego darse empachos son algunos ejemplos.
Pero esta reina loca se mantuvo al lado de su esposo cuando enfermó de viruela -contagiándose ella misma- y fue su compañía constante hasta la muerte del rey.
Hemos sido muy dados a calificar de locura -y a intentar ofender con ello- cada vez que un comportamiento no se ajustaba a lo esperado. Dicho ello, bien pudiera ser que esta joven reina padeciera alguna enfermedad mental, agravada por las circunstancias.