Es decir, la obra conocida como La Celestina, en honor a su personaje principal. Quizá, junto con Don Quijote y Don Juan, los tres personajes literarios que con más intensidad han pasado a nuestra cultura popular.
La tragicomedia nos cuenta que Calisto se enamora (o encapricha) de Melibea y, tras ser rechazado por ella, utiliza a Celestina (antigua prostituta y actual regente de un prostíbulo) para que use sus tretas y su magia para conseguir el amor de Melibea. Su criado Pármeno, que ya conocía a Celestina, intenta disuadirlo, con nulo éxito. Los personajes acaban falleciendo trágicamente.
Pero no quería hoy hablar tanto del argumento o de sus maravillosos personajes, como de los papeles del antiguo autor. El autor de la Celestina (aparentemente el bachiller Fernando de Rojas) nos cuenta que lo que se narra en la obra estaba en unos papeles que él encontró (esos mencionado papeles del antiguo autor); en ellos estaría el primer acto de la obra.
Ni están de acuerdo los expertos en que este sea el verdadero origen de la obra (recordemos que no son extrañas, en la literatura, estas referencias a haber encontrado unos papeles antiguos: lo usan, por ejemplo, Cervantes y Umberto Eco), así que bien podría ser un recurso del autor.
Para ubicarnos en el tiempo, recordemos que esta obra se escribe a finales del siglo XV, que obtuvo un éxito asombroso durante el siglo siguiente, y que se declaró prohibida en 1792.
Si no la habéis leído, os la recomiendo. Y a los que la leímos hace décadas… también nos la recomiendo.