Cada primavera, millones de mariposas monarca salen de Michoacán, en el centro de México, dispersándose por el este de Estados Unidos y Canadá, en vuelos de hasta 40 kilómetros diarios. Cuando llega el otoño, también millones de esas mariposas regresan a México. Ya no son las que se fueron, sino que han pasado varias generaciones. Estas vivirán unos siete u ocho meses y, al llegar la siguiente primavera, se repetirá el ciclo. Las que llegan a México viven, como hemos dicho, esos meses: sus hijas y nietas, las que realizan la ruta migratoria, viven solamente unas semanas. Es una especie que está en peligro, así que las “paradas para monarcas”, jardines que intentan compensar la pérdida de algodoncillo (única fuente de alimento), son de gran importancia.
Tras conocer este proceso migratorio, Elizabeth Hargrave decidió hacer este maravilloso juego. Es un juego para un número de jugadores entre 2 y 5 y para una edad a partir de 14 años. La duración de una partida es, aproximadamente, de una hora (entre 45’ y 75’).
El objetivo es, como podemos suponer, realizar el recorrido de las mariposas monarca, así que comenzamos colocando una de nuestras mariposas en la gran casilla de Michoacán. Hay mariposas de cuatro generaciones (1-4); aquí colocaremos, lógicamente, la de generación 1.
Existen las llamadas “cartas de acciones”, que nos indican qué debemos realizar en nuestro turno. Estas cartas son del tipo “mueve una mariposa cuatro casillas” o “avanza dos mariposas dos casillas”. Según en donde caigamos, podemos realizar diferentes tareas, como reproducirnos (si caemos al lado de un algodoncillo y tenemos suficientes flores), recoger una flor (si caemos en una flor o en una parada -en una ciudad- creada por humanos). Las fichas de parada pueden darnos una carta de ciclo vital (que recorren el ciclo vital de las mariposas: huevo, oruga, crisálida, adulta); completar un ciclo vital nos dará beneficios extra (como una mariposa, un turno o un punto, por ejemplo).
Al igual que en la vida real, cada viaje y cada estación son unas aventuras diferentes. Por eso, en cada partida, se escogen al azar tres cartas de objetivos de estaciones -una por estación- que pueden cambiar por completo la estrategia de la partida.
Tras cada estación, y basándonos en cómo se haya desenvuelto esa fase de la partida, obtendremos una puntuación. La suma de las puntuaciones de las tres estaciones (primavera, verano, otoño) es nuestra puntuación final.
No quiero terminar sin decir que, además de ser un juego muy bien pensado y con una alta carga de conciencia medioambiental, es estéticamente precioso: nos ha gustado el grafismo, el tablero… incluso la caja. Y mención especial para esas mariposas de madera que se van a desplazar por el mapa.
Os dejo aquí una deliciosa entrevista a Elizabeth Hargrave, realizada por Benjamín Amorín, de Devir Iberia.