No hablaremos hoy de la obra completa, sino de cinco versos con los que, en boca de un Federico que se dirige a Casandra, nos obsequia el Fénix de los Ingenios:
En fin, señora, me veo sin mí, sin vos, y sin Dios. Sin Dios, por lo que os deseo; sin mí, porque estoy sin vos; sin vos, porque no os poseo.
Disfrutamos de esta obra, hace ya muchos años, mis queridos padres, mi querida esposa Clara, y yo. Y eran Federico y Casandra Marcial Álvarez y Clara Sanchís, respectivamente.