Como sabéis, en el incendio de la catedral de Notre Dame del 15 de abril de 2019 se vino abajo uno de los elementos más conocidos -y espectaculares- de la construcción: la elegante aguja, joya del neogótico.
Del neogótico, efectivamente. No es una errata. La aguja original, de la que sabemos poco o nada, se desmontó en 1786. Y a mediados del siguiente siglo, Eugène Viollet-le-Duc, recibió el encargo de restaurar (o reformar, o renovar) Notre-Dame. Y lo hizo como su sentido de la estética le dio a entender, pero sin buscar fidelidad a la inicial. Creó una auténtica maravilla siguiendo el estilo imperante en su momento (es decir, igual que si ahora creamos una aguja nueva siguiendo un estilo arquitectónico actual).
Mi admirado Barroquista ha escrito un magnífico artículo analizando las posibles opciones que tenemos ahora que la aguja de Viollet-le-Duc ya no luce, orgullosa, sobre el tejado de la catedral que la obra de Victor Hugo ayudó a inmortalizar.
- Catedral de Notre Dame (París) (en wikipedia).
- Eugène Viollet-le-Duc (en wikipedia).
- ¿Por qué creo que no se debería reconstruir la aguja de Notre-Dame? (en El Barroquista).