La vida no quiso que tuviera abuelos (varones, sí he tenido dos abuelas maravillosas), pero esa misma vida me ha regalado al mejor abuelo que podría soñar: el abuelo Isaac, abuelo de Clara.
Siempre me gusta recordar la primera frase que le escuché en mi vida, dirigiéndose a su mujer, un día de finales de primavera -yo había ido a casa de Clara a echar una mano con un tema informático de Vane-: “Ubaldina, tes aquí o teu neto”.
Y no puedo más que estar agradecido y orgulloso de haber sido tu nieto, Isaac. No hay mejor homenaje que heredar las virtudes de quienes nos antecedieron.
Ojalá llegarte a los talones, abuelo.